domingo, 22 de noviembre de 2009

Exprimiendo la naranja


El clásico del año 1971 “La naranja mecánica” del director Stanley Kubrick va a ser reestrenada en la cartelera con motivo de los diez años de la muerte del director.
El preestreno será muy limitado, en pocas salas y durante un determinado período de tiempo. Únicamente se han distribuido once copias, nueve de ellas en calidad digital y dos en la versión clásica de 35 milímetros, y podrán verse en las ciudades de Madrid, Valencia, Alicante, Zaragoza, Girona, Barcelona, A Coruña, Oviedo y Málaga.
“Casualmente” Malcom McDowell (el protagonista) será homenajeado en el festival de Sitges por sus 66 años de carrera.
¿Pero de qué trata este estreno? ¿De rememorar uno de los clásicos del séptimo arte haciéndolo coincidir con el décimo aniversario de la muerte de su creador o de exprimir el éxito que tuvo la película en 1971 proyectándolo en la época actual con mejor calidad y con una gran maniobra propagandística que “quizá” aumente el número de ventas de la edición en DVD que saldrá al mercado antes de Navidades?
Nos encontramos claramente ante una situación en la que se intenta aumentar de manera considerable la demanda de un producto que saldrá a la venta y que probablemente pasaría desapercibido sino fuera por un hecho tan propagandístico como es un estreno en cines.
Tras esta ingeniosa maniobra, los antiguos fans que se vieron sumergidos en la historia que Kubrick plasmó en 35 mm quizá se vean “empujados” a volver a pagar por verla en pantalla grande tantos años después.
De la misma manera las nuevas generaciones, más desconocedoras de esta película se vean animadas a ver “una película nueva” que tuvo buenas críticas y controversias en el pasado.
En cualquier caso, el lanzamiento en DVD pasaría ante nosotros sin llamar la atención sino fuera por este “homenaje” y se perderían muchísimos beneficios que de esta manera logran obtener.
Aunque es razonable preguntarse a dónde irá el dinero de las recaudaciones ya que la película no necesita recuperar costes y la propia publicidad que los medios están haciendo en relación a este reestreno (este blog es otro ejemplo) libra de pagar mucho dinero a agencias de publicidad.
Supongo que las distribuidoras y los cines se llenarán los bolsillos con esta oportunidad “única”.
No sería de extrañar que dentro de unos meses otro clásico volviera a reestrenarse en relación a otra fecha conmemorativa relacionada con:
a) El fallecimiento de uno de los miembros del reparto o de la dirección.
b) El estreno original.
c) Cualquiera de las anteriores.
En fin si esta maniobra resulta provechosa no veo por qué otras distribuidoras no intentarán hacerse con una parte del pastel realizando reestrenos y sacando dinero de lo que podría ser “la nueva moda del cine” invirtiendo unos pocos beneficios para forrarse fácilmente.
Por nuestro propio bien y el futuro del cine, espero que no.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El día a día de un Economista


Cada vez me es más simple recabar cuestiones rutinarias y aplicarlas a la economía, aunque quizá debería decir que por fin empiezo a ver las cosas como son en realidad.
Situaciones cotidianas como ir al cine se empiezan a plantear, no como un rato de ocio, sino como una elección que me priva de otra. Si decido gastarme 7,50 euros en ir a ver una película a la sesión de las diez de la noche y comprarme por 5,50 el pack “Felicidad” de una bebida y palomitas de tamaño medio en la sección de chucherías y bebidas del Kinepolis, realmente no estoy teniendo un coste total de 13 euros.
Mi coste real es no tener cualquier otra cosa que pueda pagar con esos 13 euros, es decir, lo que pueda dedicar con ese dinero más el tiempo que sacrifico en ir a ver la película y que podría destinar a otro fin. En economía esto se conoce como coste de oportunidad.
Otra cuestión importante que suele escapar a los ojos de las personas es el coste irrecuperable. Cualquiera que no haya estudiado economía exclamará: “eso no es cierto, entiendo que es el dinero o tiempo que no podemos recuperar tras haber realizado una determinada elección”. Bien, pues es cierto en principio, pero sin embargo se nos suele olvidar con facilidad que el coste, como irrecuperable que es, debe ser olvidado por completo a la hora de tomar decisiones posteriores.
En el mismo ejemplo del cine se muestra claramente lo que quiero decir. Muchos nos hemos encontrado a veces pensando “esta película es un aburrimiento y no me entretiene”. La pregunta es “¿Debería salir de la sala y hacer algo más provechoso?”. La mayoría de las personas contestará de inmediato: “Bueno, me he gastado 13 euros por estar aquí, mejor me quedo y los amortizo”. Grave error. Con esta respuesta estamos teniendo en cuenta el coste irrecuperable, el dinero que no volveremos a tener.
Para un economista lo razonable sería que si la película no te interesa, te marches del cine y dediques tu tiempo a algo más provechoso.
Para analizar esta situación desde otro punto recurriré una vez más al mundo de los videojuegos, centrándome en esta ocasión en las videoconsolas.
El tema en cuestión lo discutí hace tiempo con mi antiguo profesor de economía y me dio una lección aplicada que no se me olvidará fácilmente poniéndome un ejemplo que aplicaré a continuación a la actualidad.
Para hacerlo, utilizaré la llegada de la nueva PS3 Slim frente al modelo antiguo PS3 (o Playstation 3 para los más lentos).
Las principales diferencias entre ambas consolas se basan en el tamaño (la Slim es un 35% más pequeña y pesa un 36% menos) en la capacidad del disco duro (4 veces más que el modelo estándar de PS3) y en el precio (Slim a 299,90 euros, 300 menos de lo que costó la original en su salida). Además el nuevo modelo posee una optimización con menor consumo energético lo que se ve reflejado en que se caliente menos con el uso (los que tengan la PS3 sabrán que casi se puede freír un huevo encima con unas horas de juego).
Tras estos datos superficiales cualquier posible comprador que buscara una consola y no poseyera la PS3 tendría una fácil elección, pero pongámonos en lo peor y pensemos en un pobre hombre que compró la PS3 estándar por 400 euros días antes de la salida al mercado del modelo Slim.
Lógicamente y tras el arrebato de ira y blasfemias que tuvo al ver que el modelo nuevo y mejor por 100 euros menos, se dirige a la tienda más cercana, donde un amable gerente le ofrece cambiar su modelo estándar por la nueva pagando únicamente 50 euros por el cambio.
El hombre pensará de inmediato “¿Cómo voy a pagar 50 más después de haberme gastado 400 en el otro modelo, cuando solamente cuesta 300?”
De nuevo, la decisión debe olvidarse del coste irrecuperable, y lo que tendría que hacer el desdichado hombre es preguntarse si las nuevas características del nuevo modelo valen los 50 euros. Si para el uso que el hombre le va a dar a la consola, son insignificantes, entonces deberá seguir con su modelo estándar.
Por último y para cerrar el tema de los costes, debo incluir el asunto de los costes marginales.
A veces las decisiones no acaban con elegir si hacer algo o no, sino que es necesario comparar el coste marginal con el beneficio marginal. Es decir, si al comprar una videoconsola te ofrecen el modelo de 40 gigas de PS3 frente a otro modelo de 60 gigas por 30 euros más, tendremos que analizar si el coste marginal (los 30 euros) con el beneficio marginal que supone la mayor capacidad de memoria. En resumen, aquí no se trata de decidir comprar o no la videoconsola, sino de saber si merece la pena pagar más por algo mejor.
Decisiones corrientes con respuestas razonables de economistas se nos presentan a diario, pero pocas veces les damos la importancia que precisan. Espero que con esto, alguno lo tenga más claro a la hora de salir del cine ante el espantoso horror que le están presentando con “Las Colinas tienen Ojos”.
(¿¡Dónde estaba esta clase de economía cuando fui al cine aquel maldito día!?)

domingo, 8 de noviembre de 2009

Mr. Impuesto al Tabaco


El Ministerio de Sanidad planea ampliar la Ley Antitabaco, que entró en vigor en enero de 2006, para prohibir fumar en TODOS los lugares públicos. Además se intentará ampliar las áreas libres de humo.
La Ley en cuestión consiguió que al año siguiente a su aplicación más de un millón de personas dejaran de fumar pero todavía existen muchas brechas en su aplicación.
Las razones para ampliar los términos son que el fumar constituye un problema de salud pública que sobrecarga los servicios sanitarios al acudir los consumidores de tabaco con más frecuencia y al consumir más fármacos. Esto provoca un aumento en el gasto sanitario y el farmacéutico.
Sin embargo, otra opinión afirma que el tabaco tiene la función “social” de disminuir el número de personas de edad avanzada en estado de dependencia que la economía debe mantener. Esto aparece en un documento de las relaciones públicas de una industria británica. El propio autor citaba: "Con un aumento general de la esperanza de vida, necesitamos algo para que la gente muera. En sustitución de los efectos de la guerra, la pobreza y el hambre, el cáncer, considerado como la enfermedad de los países ricos, desarrollados, tiene un papel que jugar".
También hay que dar la opinión de los no fumadores (entre los que me incluyo) al respecto. El humo del tabaco molesta a todos aquellos que no lo consumen y el hecho de que un colectivo de los fumadores no respete la comodidad de los demás es una razón más para limitar el consumo de tabaco. El derecho a fumar lleva consigo el derecho de contaminar el aire a su alrededor.
Esta última afirmación nos lleva a la conclusión de que los fumadores se encuentran entre el grupo de personas cuyas decisiones afectan a terceros, por lo que podríamos estar hablando de fallos en el mercado y de externalidades.
Los fumadores que con la contaminación que generan sus cigarrillos no están pagando el verdadero coste de los efectos que eso conlleva con lo que la solución real sería imponer un impuesto sobre la externalidad para que el precio reflejara el daño con el objetivo de que tuvieran en cuenta las molestias causadas.
Esta externalidad sería voluntaria y el beneficio que se sacara del impuesto se utilizaría en cualquier otra actividad más beneficiosa.
Además las personas reducirían su consumo revelando además su posición como consumidores.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Rey del Torneo del Puño de Hierro... ¿o es de Oro?


El viernes fue día de estreno de la sexta parte de un clásico entre los videojuegos: TEKKEN 6. Yo, como fan indiscutible del rey de la lucha en las consolas emprendí el camino hacia mi tienda habitual de videojuegos GAME y me puse tras un hombre al que le estaban entregando una caja gigantesca con el nombre del videojuego. Cuando llegó mi turno le pedí al dependiente “el Tekken 6 para Playstation 3 por favor”. A lo que me respondió: “¿Lo has reservado?” Yo le dije: “No”. Él puso una amable sonrisa y me respondió: “Mal hecho. Te habrías llevado 5 euros en descuentos para otros juegos”. Yo asentí con cierta rabia al no saberlo y me limité a depositar sobre el mostrador mi tarjeta de socio. Con los puntos que llevaba acumulados obtuvo un descuento de diez euros en el producto final y coloqué 60 euros sobre el mostrador, el pago por mi juego nuevecito. Él me entregó la caja donde venía el Blueray del Tekken 6, insignificantemente pequeña en comparación con la enorme caja que el anterior cliente se había llevado. “¿Y el de la caja qué se ha llevado?” pregunté. “Una edición especial del Tekken 6”. “Ah ya, ¿y cuánto cuesta?” Esa fue mi primera pregunta, cuando debería haber sido, “¿Y qué contiene esa edición especial”. El dependiente respondió tranquilamente “Existen dos ediciones especiales diferentes para el Tekken 6: la edición coleccionista y la edición arcade stick. El primero viene con un libro de arte, un póster y una sudadera con el logotipo del juego. La segunda incluye el videojuego, un libro de cien páginas con ilustraciones que explican la historia, los personajes y el desarrollo del juego. Además trae consigo un arcade fighting stick inalámbrico personalizado (a los que se pateaban las recreativas en su infancia recordará el clásico Joystick de la máquina con botones enormes).
Casi estuve tentado de preguntar: “¿Y el juego no viene en estas ediciones?”, pero entonces volví a preguntar nuevamente aquello que el dependiente había esquivado hábilmente. “¿Cuento cuestan?”. Sin parpadear respondió finalmente “La primera 90 euros, la segunda 156,95 euros”.
Por un instante miré mi cartera y suspiré porque llevaba el dinero justo para comprar únicamente el juego. “La normal por favor” dije. Pagué, cargaron nuevos puntos en mi tarjeta y me fui a casa a probarlo.
La empresa GAME es la mayor cadena de tiendas distribuidora de videojuegos y productos relacionados en España. En sus estanterías podemos encontrar una gran cantidad de diferentes videojuegos con la opción a comprar productos más baratos (de segunda mano) y utensilios para mejorar nuestra sensación de jugar (sticks, mandos, teclados). No es extraño encontrar bajo su logotipo el comentario: el especialista en videojuegos.
A pesar de que los centros comerciales ofrecen los mismos productos, no ofrecen una gama tan extensa y su atención al cliente es muy deficiente en comparación a la que se encuentra en GAME. Además, no ofrece ofertas tan espectaculares como la cadena de tiendas, así que la gente suele preferir acudir a GAME y gastar su dinero más satisfactoriamente.
Con la última generación de videoconsolas el precio de los juegos ha aumentado enormemente (70 euros por un juego nuevo frente a los 60 de la generación anterior). Esto puede provocar que algunos clientes decidan comprarse más juegos de segunda mano y menos nuevos, pero lo que a GAME realmente le interesa son los clientes que continúan comprando sin importarles demasiado la subida de precios.
GAME aprovecha que la gente esté dispuesta a pagar una gran cantidad de dinero por un producto y para identificarla obtiene las tan famosas ediciones especiales o de coleccionista, ¡que varían el precio con una subida que varía de 10, 50 o incluso 100 euros más!
De esta manera, los clientes menos sensibles al precio deciden “darse el capricho” y pagar unos euros más por ese CD con contenidos exclusivos y vídeos de los creadores. Pero esto aún sigue, y es que existen los súper pack de coleccionista que incluyen camisetas, sudaderas, figuras de colección, libros de diseños, bandas sonoras, packs analógicos… que elevan el precio a un nivel al que este simple estudiante no puede llegar.
El otro día leí que van a sacar una edición “súper exclusiva” de un videojuego que incorporaba unas gafas de visión nocturna reales (el videojuego es de género bélico). La persona que esté dispuesta a pagar una cantidad de 150 euros por sentirse “exclusivo” está siendo identificada al instante por la empresa como un cliente sin sensibilidad ante los precios.
Y es que en GAME, puedes hacerte socio por el simbólico precio de un euro, teniendo acceso a información privilegiada sobre los contenidos que van a salir a la venta, dándote opción a vender tus juegos y a recibir puntos que podrás usar en descuentos para tus juegos favoritos.
Suena genial, pero también es una manera para que GAME sepa qué juegos estás dispuesto a reservar, o a pagar por un precio superior para aumentar el número de ediciones especiales en ese sector en concreto.
Como cualquier empresa, GAME quiere cobrar a sus clientes el máximo que éstas estén dispuestas a pagar, y gracias a este ingenioso sistema de autofijación de precios lo consiguen fácilmente.
Yo por mi parte, ya tengo mi edición “normal y barata” en mi estantería, y disfruto igualmente. ¡Menos mal que no llevé más dinero a la tienda!